LA HISTORIA DE LA ESMERALDA

Minas de Bogotá

“Sabana al norte de Bogotá, camino en helicóptero hacia las minas de Muzo, Coscuez y Peñas Blancas. (Foto José Rincón, cortesía de Tecminas Ltda).
Hasta las primeras décadas del siglo XVI, las esmeraldas venían exclusivamente de Egipto; el descubrimiento de América y la subsiguiente colonización de Surámerica dieron como resultado hermosas esmeraldas que sustituyen a las egipcias. Una nueva era de la historia de la esmeralda comienza.
Aunque las minas de las esmeraldas del Nuevo Mundo fueron localizadas por escritores de los siglos XVI y XVII en México, Ecuador, Perú y Nueva Granada (Colombia), se vino a establecer posteriormente que Granada, que solamente Colombia producía las esmeraldas y que las halladas en otros países provenían de la Nueva Granada, de donde las obtenían, posiblemente por trueque. Considera Ball que mil años A.C. , los indios habrían descubierto las esmeraldas, pero la falta de archivos impide detrminar fecha más precisa. El trueque de esmeraldas estaba muy difundido y ello hace suponer que su hallazgo databa de mucho tiempo atrás.
De acuerdo con Loth, la primera piedra que cayó en manos europeas fue obtenida por el explorador español Pedrarias cuando llegó al lugar ahora llamado Santa Marta, costa Norte de Colombia en vía hacia el Darién en Panamá. En 1519, Hernán Cortés, recibió regalos que incluían esmeraldas espléndidas de Moctezuma en México y después obtuvo otros finos ejemplares de Tenochtitlán. A su regreso a España en 1528 Cortés presentó esmeraldas toscamente talladas a su prometida doña Juana de Zúñiga, y en la historia de España, Juan de Mariana, menciona floreros cortados de esmeraldas de propiedad de Cortés y que fueron evaluados en 300.000 ducados. Cuando Jiménez de Quesada, en 1537, conquistó el territorio colombiano se oyeron los primeros rumores sobre minas de esmeraldas en un lugar llamado Somondoco.
Siguiendo el paso a estas historias Quesada localizó los depósitos de esmeraldas en el arca llamada ahora Chivor. Sin embargo, de acuerdo con Schumacher y Cánova, el primer español que vio una mina de esmeraldas fue el capitán Pedro Fernández Valenzuela.
En agosto de 1537, Quesada conquistó la ciudad de Tunja, y una esmeralda de 1815 quilates de la residencia del jefe de la tribu. Durante su campaña de conquista obtuvo aproximadamente 7.000 piedras.

Esmeralda Casaempeño

“He aquí otra pieza del tesoro imperial persa, la más importante colección del mundo de grandes y bellas esmeraldas. Se trata de una tiara de 7,2 centímetros de alto, elaborada probablemente para uso femenino en la segunda mitad del siglo XIX. Se montó a base de gemas utilizadas previamente en otras joyas, por los agujeros que en aquellas se observan. Aparte de la esplendorosa espinela rosa central, de veinticinco quilates y preciosas perlas y diamantes, lleva sobre todo, la tiara, seis esmeraldas cabujón, la superior de las cuales, verdeazulada y con algún jardín, tiene veinte quilates y mide 26×16 mms. (Cortesía del Museo Real de Ontario, Canadá).
Valenzuela empezó a trabajar en Chivor, poniendo a los nativos como mineros. Sin embargo, el otro gran depósito de esmeraldas en Muzo, no fue localizado hasta 1560. A mediados del siglo XVI llegaron a España oro y esmeraldas; pero contra lo que puede creerse no se encuentran en esta época ni después esmeraldas en el tesoro de la corona española. Pasaron a Oriente a manos de los gobernadores de Egipto, Imperio Otomano, Persia e India. Hacia el siglo XVII abundaron las esmeraldas en Persia e India, lo que movió a señalar a Tavernier que aparecieron en el Este esmeraldas falsas, posiblemente de colonias españolas en Filipinas.
Sobresale Colombia en las esmeraldas, donde se hallaron en calidad y cantidad importantes. Los depósitos fueron explotados por los nativos antes del siglo XVI, y más o menos se ha continuado la explotación desde entonces. Además, las formaciones en las que surgen las esmeraldas son amplias y se han encontrado nuevos depósitos en los tiempos modernos, habiendo posibilidad de descubrir otros en el futuro. No habrá escasez de esmeraldas en nuestro lapso de vida. Ciertamente el problema puede ser el de regular la producción para asegurar que no se aglutine el mercado y baje su precio. Sin embargo, como ocurre con otras piedras preciosas, las esmeraldas se obtienen arduamente y a un alto costo. Aunque el conocimiento de la esmeralda entre las culturas del cercano oriente antecede a la era cristiana, la esmeralda viene a ser común en el trueque después de que los españoles en Sudamérica reabrieron las antiguas minas de los indios, empezando una sistemática actividad minera y se despacharon a Europa las esmeraldas obtenidas. De Europa pasaron a manos de gobernadores turcos, persas o hindúes, fuertemente atraídos por estas piedras. Encontramos las esmeraldas colombianas más finas en la joyería hindú descrita por Hendley y en tesoro iraní, descritas y fotografiadas por Meen y Tushingham, sin mencionar las piedras importantes en el Museo Topkapi en Estambul, y algunas piedras menos importantes que se encuentran en coronas europeas y otras colecciones.
Antes de la conquista las esmeraldas colombianas se intercambiaban por otros productos en Perú, Ecuador, Centro América y Norte de México. Las leyendas con respecto a esmeraldas son recontadas por Otero Muñoz y Cánova donde sugieren que la esmeralda fue conocida y preservada por muchos años después de la venida de los españoles. La creencia de que los indios chibchas en Colombia como los mayas en México hacían sacrificios y arrojaban objetos en lagunas para ofrecerlos a los dioses, no ha resultado en intentos por recobrar los tesoros de oro y esmeraldas que se dice yacen en el fondo de la laguna de Guatavita, a unos 40 kilómetros de Bogotá. El último intento de recuperación se llevó a cabo en 1966 por un grupo de aventureros de los Estados Unidos.